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Mostrando entradas de mayo, 2018

Arriba y abajo

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Siempre me ha llamado la atención no sólo las dos Iglesias unidas del Monasterio de San Isidoro del Campo, sino también las dos alturas de ambas. Aunque ambas poseen la misma estructura, una sola nave con cubierta de aristas de tres tramos y ábsides poligonales de siete lados, una de ellas supera en altura a la otra. Alonso Pérez de Guzmán, conocido como Guzmán el Bueno construye tan imponente edificación en unos terrenos comprados a María de Molina para construir su monumento funerario y el de su estirpe. Resulta raro la compra de estos terrenos si tenemos en cuenta que ya en ese momento Guzmán es dueño de casi todo el Aljarafe sevillano (gracias a la dote de su mujer Maria Alonso Coronel), la mitad de la provincia de Cádiz (Medina Sidonia, Alcalá de los Gazules, Véjer, Conil, Chiclana, Puerto de Santa María, Sanlucar, Rota y Chipiona) y parte de la provincia de Huelva fronteriza (desde Isla Cristina a Ayamonte) que lo convertian en el mayor terrateniente de la Baja Edad Media, y ...

Que de mano en mano va

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Si en otra entrada anterior hablamos de los viajes del Jubileo de la Porciúncula, hoy vamos hablar de como este cuadro, también sirvió de moneda cambio. Con esta obra los Capuchinos pagan al pintor Joaquín Bejarano la restauración de los cuadros  que consiguen sacar del convento y que han estado enrollados cinco años al lado del mar, Bejarano lo vende al pintor Federico Madrazo por 18.000 reales, éste a su vez lo vende al Infante Sebastián Gabriel de Borbón por 90.000 reales (listo Madrazo) y el hijo de este último, Francisco Maria de Borbón, lo vende a los Amigos del Arte de Colonia que lo donan al Museo Wallraf-Richartz de dicha localidad. También fue objeto de disputa entre dos reales primos, al Infante Sebastián Gabriel no se le ocurre otra cosa que ponerse al lado de sus primos carlistas que querían arrebatarle el trono a su prima la Reina de los tristes destinos Isabel II, quien le incauta el cuadro a su primo por dicha colaboración, y suponemos que mucho le debía gustar ...

Francisca o Sebastiana?

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Bartolomé y Justino, Murillo y Neve, dos nombres, dos apellidos unidos para siempre a la historia de Sevilla. No se puede concebir a Murillo sin Neve o a Neve sin Murillo. Vecinos de barrio, esos vecinos que todos tenemos y de los que surge una gran y duradera amistad, así de repente, este es el caso de nuestros dos amigos, ¿como se conocieron, quien los presentó? ¿o simplemente del saludo diario en cruces de las estrechas calles de la Judería sevillana surgiría esa gran amistad?. Sabemos que los Neve poseían casa en la actual calle Virgen de la Alegría del barrio de San Bartolomé, sabemos que Murillo en la actual calle San Clemente del mismo barrio, a la vuelta de la esquina, sabemos que Mañara también vivía muy cerca en un rico palacio de la calle Levíes, tres ilustres vecinos que tanto aportaron a la historia de la Sevilla del XVII. Sabemos de la relación de Murillo con Neve y de Murillo con Mañara, sabemos que Mañara apadrinó a alguno de los hijos de Murillo y que Neve fue el alb...

Y su luz se apagó.

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Joaquín Saénz 1931-2017. Mi modesto homenaje a este gran pintor sevillano de buenas maneras y mejor hacer. La obra de Saénz no puede pasar desapercibida para los amantes de la pintura y para ningún sevillano. Saénz es el pintor por excelencia de paisajes y espacios íntimos, esos espacios que como bien dice mi amiga María Río Lameyer, también pintora y buena paisajista, reflejan el silencio, la tranquilidad y quietud de Saénz. La obra de Joaquín, de marcado carácter impresionista y algunos rasgos cubistas sacan a la pintura sevillana de ese ostracismo decimonónico que se hayaba postrada. Gran maestro de gradaciones tonales y gran figuración, podemos decir que con él y con sus grandes amigos Teresa Duclós, Carmen Laffón o José Luis Mauri entre otros, se inaugura un nuevo panorama en la pintura sevillana, aventurandome a decir la creación de una nueva escuela sevillana de pintura. Saénz es el pintor de la luz y de la atmósfera, algo que ya inventó otro sevillano, Murillo, en los cuadros...

Rabos de cochino en la Giralda

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Si, no se sorprendan, en la Giralda hay rabos de cochino. ¿Tendrán que ver estos rabitos de este suculento animal con el triunfo de la fe cristiana?, fe que ya coronó la torre alminar allá por el XVI en forma de mujer giganta y vientre abultado, aplastando con sus enormes pies a todo el mundo musulmán. De todos es sabido que nuestros antepasados habitantes de Isbiliya no comen cochinos, así que bien se pudiera considerar que estos rabitos enroscados son talismanes para proteger a nuestra gran torre de un posible ataque musulmán, además de estar permanentemente protegida por nuestras Santas Patronas Justa y Rufina, como ya lo hicieron en el siglo XVIII, sujetandola para que no cayera durante el terremoto de Lisboa, por Santa Juana o la giganta, querubines y ahora también la protegen rabos de cochino, a ver quien se atreve con la turris fortissima. La realidad es que tras la reciente restauración de la fachada oeste de la Giralda, se han colocado unos elementos metálicos, llamados ra...