San Luis
Visita a San Luis de los franceses.
A finales del XVII, doña Lucía de Medina cede a la Compañía de Jesús la casa perteneciente a los Enriquez de Ribera (desde allí se habian trasladado a la Casa de Pilatos) situada en la calle Real (actual de San Luis), para la construcción de un noviciado, sólo puso dos condiciones que la Iglesia estuviera dedicada a San Luis Rey de Francia y ser enterrada bajo su altar mayor. Se la encargan las obras del nuevo edificio a Leonardo de Figueroa, finalizandose el 1731. Expulsados los Jesuitas de España por orden de Carlos III en 1767, el edificio con su Iglesia queda en menos de la Orden franciscana del Convento de San Diego que se hayaba en el Prado de San Sebastián. Tras la guerra de la Independencia vuelve a manos de la Compañía de Jesús hasta la Desamortización de Mendizabal en 1835. Gracias a sus nuevos propietarios, la Diputación Provincial que en años de la II República instala allí un Hospicio para ampliar el vecino Hospital de los Inocentes, San Luis se salvó de la quema de Iglesias que todo el barrio sufrió. La Iglesia de San Luis es uno de los ejemplos más sobresalientes del barroco sevillano con la incorporación de soluciones compositivas de la arquitectura seicentista romana. Su imponente fachada a modo de retablo con profusa decoración barroca está enmarcada entre dos torres idénticas y dan paso a un atrio. En el interior sorprende al visitante su ornamentación y su planta de cruz griega que la hace única en la ciudad, decorada con pinturas del hijo de Valdés Leal, Lucas Valdés y su discipulo Domingo Martínez siguiendo un programa iconográfico de exaltación jesuítica. Su gran cúpula sorprende por sus dimensiones, su altura con tres cuerpos y linterna y su profusa decoración. Sus siete altares de puro estilo rococó fueron realizados por Pedro Duque Cornejo y su taller, llamando la atención la decoración a base de espejos, cristales para una gran cantidad de Reliquias y las pinturas de Domingo Martínez. En el soberbio altar mayor, Duque Cornejo combinó pinturas sobre lienzos, sobre tablas, relicarios, esculturas, cortinajes y espejos, siendo la pintura central de San Luis atribuible a Zurbarán. La capilla Doméstica del Noviciado de una sola nave con cúpula eliptica y profusa decoración tambien está decorada por Lucas Valdés y el altar mayor de Duque Cornejo es una auténtica joya, al igual que la Sacristía con un curioso retablo armario con puertas de cristales. Por último bajaremos a la cripta que ocupa todo el espacio de la Iglesia con idéntica planta de cruz griega, la idea original de Figueroa fue separar el suelo de la Iglesia de la capa freática y así evitar inundaciones y humedades. Posteriormente se usó como enterramiento y llama la atención la cantidad de restos de niños allí enterrados incluso fetos procendentes del vecino Hospital de los Inocentes o de cuando el edificio fue hospicio, dando lugar a toda clase de historias de fenómenos paranormales. También observaremos restos del pavimento de las bodegas del antiguo palacio de los Enriquez. Una visita llena de emociones y sensaciones que no te puedes perder.
A finales del XVII, doña Lucía de Medina cede a la Compañía de Jesús la casa perteneciente a los Enriquez de Ribera (desde allí se habian trasladado a la Casa de Pilatos) situada en la calle Real (actual de San Luis), para la construcción de un noviciado, sólo puso dos condiciones que la Iglesia estuviera dedicada a San Luis Rey de Francia y ser enterrada bajo su altar mayor. Se la encargan las obras del nuevo edificio a Leonardo de Figueroa, finalizandose el 1731. Expulsados los Jesuitas de España por orden de Carlos III en 1767, el edificio con su Iglesia queda en menos de la Orden franciscana del Convento de San Diego que se hayaba en el Prado de San Sebastián. Tras la guerra de la Independencia vuelve a manos de la Compañía de Jesús hasta la Desamortización de Mendizabal en 1835. Gracias a sus nuevos propietarios, la Diputación Provincial que en años de la II República instala allí un Hospicio para ampliar el vecino Hospital de los Inocentes, San Luis se salvó de la quema de Iglesias que todo el barrio sufrió. La Iglesia de San Luis es uno de los ejemplos más sobresalientes del barroco sevillano con la incorporación de soluciones compositivas de la arquitectura seicentista romana. Su imponente fachada a modo de retablo con profusa decoración barroca está enmarcada entre dos torres idénticas y dan paso a un atrio. En el interior sorprende al visitante su ornamentación y su planta de cruz griega que la hace única en la ciudad, decorada con pinturas del hijo de Valdés Leal, Lucas Valdés y su discipulo Domingo Martínez siguiendo un programa iconográfico de exaltación jesuítica. Su gran cúpula sorprende por sus dimensiones, su altura con tres cuerpos y linterna y su profusa decoración. Sus siete altares de puro estilo rococó fueron realizados por Pedro Duque Cornejo y su taller, llamando la atención la decoración a base de espejos, cristales para una gran cantidad de Reliquias y las pinturas de Domingo Martínez. En el soberbio altar mayor, Duque Cornejo combinó pinturas sobre lienzos, sobre tablas, relicarios, esculturas, cortinajes y espejos, siendo la pintura central de San Luis atribuible a Zurbarán. La capilla Doméstica del Noviciado de una sola nave con cúpula eliptica y profusa decoración tambien está decorada por Lucas Valdés y el altar mayor de Duque Cornejo es una auténtica joya, al igual que la Sacristía con un curioso retablo armario con puertas de cristales. Por último bajaremos a la cripta que ocupa todo el espacio de la Iglesia con idéntica planta de cruz griega, la idea original de Figueroa fue separar el suelo de la Iglesia de la capa freática y así evitar inundaciones y humedades. Posteriormente se usó como enterramiento y llama la atención la cantidad de restos de niños allí enterrados incluso fetos procendentes del vecino Hospital de los Inocentes o de cuando el edificio fue hospicio, dando lugar a toda clase de historias de fenómenos paranormales. También observaremos restos del pavimento de las bodegas del antiguo palacio de los Enriquez. Una visita llena de emociones y sensaciones que no te puedes perder.