Francisca o Sebastiana?

Bartolomé y Justino, Murillo y Neve, dos nombres, dos apellidos unidos para siempre a la historia de Sevilla. No se puede concebir a Murillo sin Neve o a Neve sin Murillo. Vecinos de barrio, esos vecinos que todos tenemos y de los que surge una gran y duradera amistad, así de repente, este es el caso de nuestros dos amigos, ¿como se conocieron, quien los presentó? ¿o simplemente del saludo diario en cruces de las estrechas calles de la Judería sevillana surgiría esa gran amistad?. Sabemos que los Neve poseían casa en la actual calle Virgen de la Alegría del barrio de San Bartolomé, sabemos que Murillo en la actual calle San Clemente del mismo barrio, a la vuelta de la esquina, sabemos que Mañara también vivía muy cerca en un rico palacio de la calle Levíes, tres ilustres vecinos que tanto aportaron a la historia de la Sevilla del XVII. Sabemos de la relación de Murillo con Neve y de Murillo con Mañara, sabemos que Mañara apadrinó a alguno de los hijos de Murillo y que Neve fue el albacea testamentario de Murillo, pero poco se conoce de la relación de Mañara y Neve, solo alguna relación de parentela familiar con algún casamiento, los Neve querían entrar en sociedad, ¿verian los Mañara a los Neve como unos riquísimos advenedizos?  Y en medio siempre Murillo, podriamos escribir alguna entrada titulandola "Murillo y las buenas compañías". Volviendo a estos dos amigos para siempre y en relación a la restauración de un cuadro inédito de Murillo, expuesto en el Museo de Valencia y prestado por un coleccionista anónimo cordobés, que se presenta como Colección Delgado, vemos esta magnífica pintura de una monja desconocida, pintada en plancha de bronce, a modo de tondo que tanto la asemeja a las pinturas que Murillo pintó para decorar la cúpula de la Sala Capitular de la Catedral. ¿Le sobraría a Murillo una placa y la aprovechó para retratar a esta misteriosa monja? ¿Quien es esta monja que mira al cielo? Vemos que la composición de la obra es idéntica a la de los tondos de la catedral, el busto y apenas algo de las manos cortadas con algún objeto entre ellas, en este caso una cinta azul, que es el único elemento cromático de la obra, ese azul que tanto le gustaba a Murillo sacado de azurita americana. De los pocos hijos que le sobrevieron a Murillo, su hija Francisca Murillo Cabrera profesó en el Convento de Madre de Dios de la calle San José y de los muchos sobrinos que tuvo Neve, Sebastiana de Neve también lo hizo en el mismo Convento, también lo hicieron dos hermanas de Justino, Francisca de Neve en el citado convento de la calle San José y Maria Luisa de Neve en el de San Leandro, famoso por sus yemas de huevo. Cualquiera de ellas pudo ser la modelo de la pintura "La monja en estado Místico", aunque realmente nos gustaría que fuera Francisca Murillo y así al menos saber que Murillo en alguna de sus obras retrató a alguien de su familia, ya que no hay ninguna pintura documentada de algún retrato de su mujer Beatriz o de algunos de sus nueve hijos, pero pensaremos que en  las caras de la Inmaculada vemos a Beatriz o las de sus Niños Jesús o angelitos vemos a algunos de sus hijos fallecidos en la mas tierna infancia.

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