Itálica
Itálica fue una de las ciudades más importantes que fundaron los romanos en España, y la primera ciudad establecida en la península por los mismos. Fue fundada por Escipión el Africano en el año 206 AC, tras la victoria sobre los cartagineses en la Batalla de Llipa (Alcalá del Río), y en principio fue un asentamiento de las legiones victoriosas tras la batalla, para que los soldados pudieran curarse de sus heridas tras el combate, convirtiéndose así en la primera ciudad romana asentada fuera de la península italiana, de la cual toma su nombre: Itálica. Esa primera ciudad, vetus urbs conocida en la Edad Media como Sevilla la Vieja, yace bajo el actual pueblo de Santiponce, traslalado allí desde la ribera del Guadalquivir por las continuas crecidas del río en el siglo XVII, y la nova urbs, que es lo que hoy conocemos fue edificada en tiempos del Emperador Adriano para enaltecer la figura de su antecesor y padre adoptivo Trajano, ambos nacidos en Itálica, alcanzando su máximo esplendor en los siglos II, III y IV DC y su declive total en el siglo VII, convirtiendose en un despoblado.
Accederemos a la nova urbs a través de sus murallas, contemplando el magnifico espacio residencial diseñado para la élite romana de Itálica, grandes avenidas porticadas con una anchura inusual de casi 16 metros, con el cardo máximo y el decumanum, donde en su pavimento podemos observar el complejo y eficaz sistema de canalización de aguas residuales a través de sus magníficas cloacas. Observaremos interesantes edificios públicos como las termas mayores o el Templo de Trajano (Traianeum); semipúblicos (collegium) como la casa de la Exedra o la de Neptuno y mansiones (domus) como la casa de los pájaros o la del Planetarium. En todas ellas observaremos muchos elementos comunes de las edificaciones romanas, como zonas dedicadas al deporte, las palestras (en los collegium), zonas con hornos para calentar el agua en las termas, los peristilos o patios interiores porticados con colunnas en las domus, las zonas administrativas y las zonas privadas de las mismas, las tabernae o locales comerciales, cisternas, pavimentos con bellos mosaicos, cocinas, hornos para el pan, habitaciones para la servidumbre...
Y por último la edificación estrella de Itálica su gran anfiteatro, uno de los más grandes de todo el Imperio romano con capacidad para 25.0000 espectadores, donde se celebraban los ludis gladiatori o lucha de gladiadores. En el centro de la arena encontraremos el foso o fossa bestiaria, para guardar a los animales salvajes que eran soltados en los juegos o los entramados y decorados del Anfiteatro.
Un traslado al tiempo de los romanos en nuestra visita a Itálica.