Arriba y abajo

Siempre me ha llamado la atención no sólo las dos Iglesias unidas del Monasterio de San Isidoro del Campo, sino también las dos alturas de ambas. Aunque ambas poseen la misma estructura, una sola nave con cubierta de aristas de tres tramos y ábsides poligonales de siete lados, una de ellas supera en altura a la otra. Alonso Pérez de Guzmán, conocido como Guzmán el Bueno construye tan imponente edificación en unos terrenos comprados a María de Molina para construir su monumento funerario y el de su estirpe. Resulta raro la compra de estos terrenos si tenemos en cuenta que ya en ese momento Guzmán es dueño de casi todo el Aljarafe sevillano (gracias a la dote de su mujer Maria Alonso Coronel), la mitad de la provincia de Cádiz (Medina Sidonia, Alcalá de los Gazules, Véjer, Conil, Chiclana, Puerto de Santa María, Sanlucar, Rota y Chipiona) y parte de la provincia de Huelva fronteriza (desde Isla Cristina a Ayamonte) que lo convertian en el mayor terrateniente de la Baja Edad Media, y es curioso como Guzmán el Bueno obtuvo muchas de estas prebendas gracias al sacrificio de su hijo menor Pedro en el cerco de Tarifa. Pues bien hemos de suponer que la compra de esos terrenos se debía a que se consideraban lugar santo, ya que allí la leyenda sitúa la tumba de Isidoro de Sevilla y allí levanta Guzmán el monumento de su poder. Y así lo debió entender su hijo Juan Alonso Pérez de Guzmán, que levanta una nueva Iglesia idéntica a la de su padre pero en menor altura para que así ningún sepulcro superara en altura al de Guzmán el Bueno y al de Maria Coronel, Juan Alonso convertía así esta segunda Iglesia en su panteón al lado del de su padre, pero por debajo de él. También llama la atención como Pedro Pérez de Guzmán, el pobre vástago sacrificado en Tarifa, fue el primer miembro de la familia Guzmán en recibir sepultura en San Isidoro y que ninguna lápida o localización de dicho enterramiento exista en todo el Monasterio.

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